Cada persona tiene un juego original, una tendencia a realizar ciertas experiencias por el disfrute mismo de hacerlas. Este juego lo podemos observar en los niños/as si permitimos su juego libre sin interferencias de los adultos.
También lo podemos observar en adultos que hacen lo que les apasionan, su trabajo es su juego.
Este juego es la base del talento personal sin pulir.
Ser consciente del juego propio y darle evolución para que madure, es lo que, en mi opinión, muchos llaman la misión de vida. Lo que tu ser ha venido principalmente a manifestar.
Jugar es la experiencia que se realiza por el disfrute de realizarla. El trasfondo de esta experiencia es poco reconocido por la mayoría de las personas. En lo profundo, jugar, tiene que ver con la activación de las capacidades potenciales de las que somos portadores y, el disfrute , es el incentivo para que esta activación se produzca.
El juego no pertenece a la especie humana, pertenece a la vida y a su propósito de elevar la consciencia. Es jugando, disfrutando del proceso de vivir, que podemos encontrar el camino de saber quiénes somos en esencia.
Parte del sufrimiento de muchas personas no es más que la ausencia de la consciencia del juego. En este sentido, el sufrimiento es un grito existencial para que aprendamos a liberarnos del sistema de creencias que encarcela nuestra esencia.