Los llamados del alma


A mis 34 años de edad dirigía una Escuela Taller sobre restauración ambiental en Tenerife. Combinaba mi vocación docente con mi habilidad para liderar equipos. Eso me gustaba. Me había separado de mi última pareja y vivía solo en un piso en La Laguna.

En esa época, siguiendo la estela de una amiga me apunté a una formación de risoterapia en Barcelona. Jugué, bailé, reí, me abrí a la expresión de la vida que brotaba dentro de mí.

En uno de los viajes a Barcelona para realizar este curso una compañera me habló de la terapia gestalt, me llamó la atención, y le pedí que me explicara de qué se trababa. A pesar del esfuerzo de mi compañera por transmitirlo, yo no la entendí. Quizás un poco frustrada por no haber conseguido explicarme lo que era la terapia gestalt, al día siguiente mi amiga me trajo el programa de actividades del año 2003 del Institut Gestalt de Barcelona. Le agradecí el gesto, guardé el folleto en mi maleta y cuando llegué a casa lo puse sobre la mesa del comedor, donde se quedó durante semanas como un elemento más de decoración.

Un día, al llegar a casa después del trabajo, me senté a descansar en el salón. Vi el programa del Institut Gestalt sobre la mesa y, por primera vez, decidí cogerlo. Leí la introducción donde se decía que la terapia gestalt era la terapia de la autenticidad. Todo mi cuerpo se estremeció y, sin ningún razonamiento previo, sentí la certeza de que tenía que hacer la formación en terapia gestalt. Cinco meses después había dejado mi trabajo y vendido mi fabuloso 4×4 para trasladarme a vivir a Barcelona e iniciar la formación gestalt. Éste fue el comienzo de una profunda transformación y el inicio de una cadena de acontecimientos inimaginables para mí entonces.

Cuando el alma llama a la puerta

En este caso que comparto de mi biografía el llamado del alma se manifestó mediante la certeza y una nítida claridad sobre lo que tenía que hacer. Pese a que se salía de la lógica de mi vida en ese momento, sentí un fortísimo impulso hacia esa acción, como si algo que no comprendiera me empujara a ello. Seguir ese impulso ha sido trascendental en mi vida.

Los tres propósitos o llamados del alma

Nuestra esencia guarda la información de los aprendizajes y misiones que hemos venido a realizar en nuestra vida. Esta información se puede clasificar en tres propósitos:

EL propósito universal: es universal porque nos toca a todos. Todos tenemos el llamado de aprender a ser felices, aprender sobre el amor y ampliar la consciencia. Lo de ser felices tiene que ver con aprender a decir SÍ a la vida y sus procesos, lo del amor tiene que ver con aprender a incluir todas las partes que desde nuestra percepción creemos que están separadas y lo de ampliar la consciencia tiene que ver con despertar y ver con claridad quién soy.

El propósito familiar: cada uno de nosotros hereda de su familia asuntos que no han sido resueltos por los antepasados y que en algún momento de la vida llamarán para que sean atendidos y sanados. También podemos heredar dones y talentos de nuestros antepasados que llamarán a ser expresados en la vida para el bien propio y colectivo.

El propósito personal: Es el llamado a realizar ciertos aprendizajes específicos que tienen que ver con uno mismo y con realizar ciertas actividades entre las que podría estar la profesión. Esto último, es el llamado a convertir en un valor para los demás aquello que más te gusta en la vida.

Cuando no escuchamos los llamados del alma

La sordera de los llamados internos es la fuente principial de la enfermedad, del conflicto y del sufrimiento. En general, cuando escuchamos nuestros llamados internos, la vida nos fluye y podemos atender los obstáculos que se presentan con mayor eficacia. Por el contrario, cuando no escuchamos estos llamados, la vida es un gran esfuerzo y el sufrimiento puede llegar a cronificarse hasta el punto de creernos que ese es el estado natural de la existencia.

¿Qué puedo hacer para escuchar los llamados del alma?

En la sociedad que vivimos se desarrolla muy poco la escucha, a todos los niveles, desde escuchar nuestro propio cuerpo como escuchar lo que dice otra persona. Esto es debido a que el principio masculino (principio emisor) se ha sobreestimulado en contra del principio femenino (principio receptor), que queda en una situación secundaria. Para entendernos rápidamente, en nuestra cultura emitir es lo importante y el recibir lo es menos. Esto genera un desequilibrio que se expresa en multitud de contextos sociales y personales.

Para escuchar los llamados del alma hay que dejar espacio en la vida para estar en modo receptivo, si no, estamos siempre en la acción sin pararnos, enlazando una actividad con otra.

No suelo escribir en términos de dar consejos, aunque hoy termino este artículo dándote algunas recomendaciones. Quizás ya las sepas, no obstante, quiero recordarte que son muy importantes para escuchar lo que realmente has venido a realizar en tu vida:

  • Deja tiempo para no hacer nada (incluye no ver facebook, ni pelis ni nada de eso…).
  • Haz cosas que te gusten cada día.
  • Respira con consciencia siempre que puedas.
  • Medita a tu manera.
  • Date baños de naturaleza (paseos por el bosque, playa…).
  • Juega, escucha música, baila, pinta… por el placer de hacerlo.
  • Ten una libreta para escribir preguntas, sólo preguntas y deja que la vida te traiga las respuesta cuando menos te lo esperas. La vida es más divertida así.
  • De vez en cuando haz algo completamente nuevo que te lleve a salir de tus rutinas.
  • Practica la escucha activa con los demás.

Estas son acciones sencillas que se me ocurren ahora para activar la escucha a la vida y a ti mismo/a. Si se te ocurren más puedes dejarlas en los comentarios al final de esta página.

Fin

Enrique Aguilar

Enrique Aguilar

Director de la Escuela. Activador del potencial humano.

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